En la sociedad de hoy en día las adicciones están cada vez más presentes.
Sobre todo, las drogas que experimentan mayor ascenso son el alcohol y la cocaína, mientras que la marihuana muestra un leve descenso.
Aunque el consumo de algunos estupefacientes está descendiendo, se ha de tener en cuenta que están apareciendo otras formas de adicciones como la dependencia a las pantallas o al juego patológico.
Entonces, ¿Por qué esta sociedad puede ser propensa a las adicciones?
Principalmente, por qué la sociedad actual se está fundamentando cada vez más en la inmediatez, el hedonismo, la falta de esfuerzo y la superficialidad.
Todo esto lleva al individuo a ser incapaz de construir un “yo” fuerte que le guie hasta su autorrealización, ya que en lugar de responsabilizarse de su existencia simplemente reacciona. Es decir, solamente existe en lugar de vivir.
En consecuencia, el individuo carece de una dirección y un estilo propio. Es decir, no ha logrado descubrir su propósito vital, ya que se ha visto arrollado por el hedonismo y la superficialidad que marca el gregarismo. Si la persona no es capaz de afrontar desafíos que conlleven motivación, disciplina y realización, éste caerá en un vacío existencial que intentará satisfacer con cosas externas de la cuales dependerá para lograr su bienestar. De esta manera, el riesgo de desarrollar una adicción es más elevado.
El ser humano es vulnerable a las adicciones ante esta situación actual. ¿Entonces que ha de hacer la persona para gestionar este contexto?
Básicamente, la persona ha de responsabilizarse y hacerse consciente de sí misma.
Es fundamental, que el individuo realice un proceso de maduración, que le permita desarrollar su potencialidad y su capacidad de afrontar sus desafíos. A través de ponerse a prueba la persona puede descubrir y desarrollar capacidades como la paciencia, la tolerancia a la frustración, el esfuerzo etc… Al mismo, tiempo puede hacer consciente su sombra (aspectos inconscientes negados por uno mismo). Todo esto, le ayuda a desarrollar una existencia más satisfactoria y alineada con su “yo” real.
Además, este hecho le permite estar en contacto con la realidad, en lugar de evadirse de las dificultades del mundo. De esta manera, es protagonista de su vida, en vez de ser un personaje pasivo que se deja llevar por la incapacidad de confrontarse consigo mismo y con el mundo.
En definitiva, el ser humano ha de encontrar la satisfacción interna y su sentido del yo para que su bienestar no dependa de estímulos externos que puedan llegar a degenerar en adicciones.